Johana Bravo, vecina de 27 años del barrio San Cayetano de la ciudad de Añatuya (Santiago del Estero), sentía cansancio y falta de apetito. Se acercó a los Centros de la organización Haciendo Camino para recibir atención médica y le sugirieron hacerse algunos estudios. Así se enteró que tenía Chagas. Con un diagnóstico temprano, pudo hacer el tratamiento con pastillas durante 40 días y controlar la enfermedad.
El chagas es uno de los principales problemas de la salud pública en la región chaqueña, ya que el insecto que la transmite, conocido como la vinchuca, habita en áreas rurales de clima cálido y seco. Además, anida en las casas con paredes sin revoques, techos de paja y en corrales o gallineros. La enfermedad se relaciona con las condiciones de mantenimiento de las viviendas y puede llegar a ser mortal.
Las vinchucas son una especie de chinche grande que pica a los mamíferos para beber su sangre. El insecto porta un parásito (Trypanosoma cruzi) y cuando pica defeca en la piel de su víctima que, al rascarse, lo mete en el organismo. Así, una persona puede infectarse.
“Mucha gente piensa que la enfermedad del Chagas ya no es un problema de salud pública. Si bien hubo avances importantes en el control de las poblaciones de vinchuca, el insecto no es el único transmisor de la enfermedad. La segunda forma más relevante de transmisión es de madre a hijo. Una mujer infectada durante el embarazo puede transmitir la enfermedad al niño por vía transplacentaria. De este modo, hay chicos que nacen con una hipoteca sobre su salud. En Argentina, 1400 bebés por año nacen con Chagas”, enfatiza el director de la Fundación Mundo Sano Marcelo Abril.
Mundo Sano lanzó la campaña “Ningún bebé con Chagas” que tiene como objetivo que en el año 2030 todas las mujeres en edad fértil accedan al diagnóstico y tratamiento. En el mismo sentido, se busca que todos los bebés que nazcan con Chagas puedan tratarse y curarse. “Estudios recientes demuestran que el diagnóstico y tratamiento de las niñas y las mujeres en edad reproductiva previene eficazmente la transmisión congénita”, señala Abril.
La mayor carga de Chagas está en Latinoamérica. Argentina es el país que tiene mayor cantidad de personas infectadas en números absolutos. De acuerdo con cifras oficiales, son 1,6 millón de personas. Según la Organización Mundial de la Salud, hay 7 millones de personas infectadas a nivel global y 9000 niños nacen con la enfermedad. Fruto de la globalización y los procesos migratorios, actualmente hay personas afectadas en todo el mundo. En España, se estiman 60.000 personas y en Estados Unidos 300.000.
Cómo se transmite el Chagas. La vía de transmisión clásica es la vectorial: el parásito pasa a la persona a través de las heces del insecto depositadas en la piel o en la mucosa. Existen otras vías como la transmisión de madre a hijo durante el embarazo, las transfusiones de sangre, el trasplante de órganos y la ingesta de alimentos contaminados. No se transmite por contacto directo con personas infectadas.
Los síntomas. La enfermedad evoluciona en dos fases, la aguda y la crónica, y cada una de ellas tiene características y diagnósticos diferentes. Cerca del 30% de los infectados desarrolla problemas cardíacos crónicos que acortan la esperanza de vida una media de 10 años y pueden causar la muerte. Más del 80% de los fallecimientos causados por el Chagas se relacionan con este tipo de complicaciones tales como el fallo cardíaco, las arritmias y los tromboembolismos. En la fase aguda, los primeros 30 a 90 días de la infección, se observa una elevada presencia de parásitos en la sangre y por tanto puede diagnosticarse con métodos parasitológicos directos (que permiten visualizar directamente el parásito). La mayor parte de los niños y adultos con enfermedad de Chagas no sabe cuándo se infectó y durante toda su vida puede convivir con el parásito sintiéndose bien.
El tratamiento. Solo existen dos medicamentos específicos para tratar el Chagas: el benznidazol y el nifurtimox, desarrollados hace más de 40 años. La tasa de curación es de casi el 100% en la fase aguda, pero se va reduciendo a medida que pasa el tiempo entre la infección y el inicio del tratamiento.
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